Ocho brazos y un solo cerebro,
como controlarías tu esto? Pruebas experimentales anteriores demostraron que los
pulpos no saben en todo momento dónde están sus extremidades. Entonces, ¿cómo
es posible que no acaben hechos una bola de tentáculos enredados?
Gracias al neurobiólogo
Binyamin Hochner, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y sus colaboradores,
tenemos la respuesta. El científico y su equipo han demostrado por
primera vez que la piel del pulpo impide que los brazos se peguen entre sí o al
cuerpo de manera automática mediante una respuesta química.
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