Corría el año 1904 cuando el pesquero
Primrose, en el comienzo de la noche, encontró su lecho de muerte en las rocas situadas
al este de la Isla de May en pleno mar del norte. Construido en ese mismo año, el
capitán Seaton Hall y su tripulación lograron
salvarse gracias a la huida en un pequeño bote hacia la isla.
A día de hoy, este pecio descansa
en un fondo rocoso a 56º 10.6452’ Norte y 2º 33.6576’ Oeste tapizado por una cubierta de manos de
muerto que le aportan luz y color. Y del mismo modo, su estructura aporta un
sustrato para toda clase de vida animal tales como nudibranquios del género
Tritonia, anémonas de gran colorido y gran variedad de peces y crustáceos.
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